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martes, 15 de marzo de 2011

De cuando los artistas y los críticos se enfadaron

Saltaron chispas.
Esta escena narra cómo se produjo el primer enfrentamiento entre el artista y el crítico de arte.
El artista, como podemos apreciar  en la escena, domina a la perfección las técnicas de ventas y comunicación comercial, manteniendo una formal y locuaz atención telefónica, podríamos afirmar por tanto que está muy bien entrenado en la faceta comercial, casi más que en la artística, cuando esto debiera "en teoría" ser justo lo contrario. Digamos que parece más un artista de la artimaña más que del verdadero arte. Esto se puede corroborar de una forma muy sencilla si nos fijamos en  los siguientes dos pequeños detalles:
  • la bata del artista está "inmaculada", no tiene ni el menor rastro de pintura luego, o se acaba de cambiar (imposible porque ningún pitor tiene una bata limpia ni siquiera antes de comprarla).
  • debe practicar el llamado "arte conceptual" -esto se comprueba a posteriori en su discusión con el crítico sobre los conceptos "lama-llama " (que el crítico interpreta de otra forma diferente al artista,  hablando de "llama piromántica"). 
Lo que el artista no sabía, ya que en el momento en que entra en escena el crítico artístico (de gran renombre, por cierto) es que el crítico iba de incógnito (algo semejante a los que otorgan las estellas "Michelin" respecto al tema culinario), y como estaba atentiendo vía telefónica un encargo muy importante, tenía el ego por las nubes, con lo cual el choque entre el ego del artista y el del crítico (muy cabreado por haberle comprado una obra que luego fue a su vez duramente criticada por otro colega de profesión, de más categoría -su esposa-, que incluso llegó a decirle que el artista -su favorito- con toda seguridad lo había timado).
Veamos la escena y saquemos nuestras conclusiones. Hay que decir también que luego todo se aclaró, artista y crítico coincidieron en la "Galería del pincho" -donde hay muy buen rollito-  donde tomaron un par de anisetes acompañados de unas guindillas, con lo que todo se solucionó pacíficamente, hubo cantos y lloros, y todo quedó arreglado finalmente mediante un buen apretón de manos seguido de un gran abrazo fratenal (eso sí, cada uno con toda la fuerza que le quedaba-más bien poca debido a los licores).


Los maestros Faemino y Cansado
(...y suelen citar en sus intervenciones a Kierkegaard, cuyo lema era:
"la tarea debe hacerse difícil, pues sólo la dificultad inspira a los nobles de corazón")

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