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jueves, 24 de febrero de 2011

C. D. Q. N. P. S. Q. D. N. O. S. E.


La obra (Ana Karenina) además sirve de exponente para Tolstói al realizar una gran crítica en contra de la aristocracia de la época, en la cual se pueden ver varios personajes representando antivalores, y mostrando una hipocresía general dentro del selecto círculo de la sociedad rusa.
Además resulta evidente, al comparar la biografía del autor con el tortuoso devaneo mental que sigue su héroe, entiéndase Lyovin, para llegar a la felicidad completa, que la crítica resulta también en una autocrítica, que avanza repasando la vida del autor, desde su juventud, bastante liberal en lo que a valores se refiere, hacia su adultez y madurez, donde, al igual que Lyovin, encuentra aquello que no encontró nunca en los placeres con los que se divertía la aristocracia rusa (la ópera, las tertulias sociales, incluso al concierto con música de Wagner, que le resulta incomprensible, por citar algunos ejemplos).

Su héroe personifica además su propio encuentro con la fe verdadera; Lyovin había alcanzado a su corta edad todo lo que podía desearse en aquella época: una buena posición social, bienestar económico, un matrimonio alegre y beneficioso y la paternidad en el cúlmine del amor familiar. Pese a esto, no lograba encontrar aquella felicidad que con tanto esmero buscaba, esa felicidad espiritual y sobre todo consigo mismo, que lo llevó a realizar las diversas empresas de su vida, pero que sólo alcanzó cuando su línea de pensamiento, habiendo divagado por la ciencia, la filosofía y la política, lo llevó finalmente a Dios.
Posiblemente esta metamorfosis ideológica que se opera en Lyovin, no es sino el reflejo de lo que ocurrió a Tolstói mismo y que una vez superada, al igual que lo hace Lyovin, descubre y critica en los otros todas las carencias espirituales que él ha conseguido por fin llenar.

Bryan Adams: "Heaven"

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